Hay un denominador común en todas las extrañas historias que nos sumergen en un juego de la saga Souls. En sus universos desangelados todo el mundo ha perdido la esperanza, y pocos personajes que nos encontramos en nuestro camino parecen encontrar la voluntad para seguir adelante. Como jugadores de los anteriores Demon's Soulsy Dark Souls, es lo que más entendemos.
El comienzo de Dark Souls II deja patente este hecho, con una introducción mucho más larga, que nos intenta sumergir en este nuevo y viejo mundo a la vez. Hay más personajes secundarios, pero todo sigue respirando la misma esencia, continuando con su particular modo de ampliar detalles a través de los objetos, pero dando más información desde el principio para hacernos entender qué significa realmente ser un no muerto.
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